lunes, 26 de marzo de 2012

Tenencia responsable de mascotas: con amor y pasión si no, cómprate un peluche.

Mis compañeros, mis amigos y mi familia perruna.




Desde pequeña quise tener un perrito y lo pedía cada año para reyes y casi cada día al ver uno por la calle. Pero mis padres, como cualquier adulto responsable, sabiendo que los que tendrían que atenderle serían ellos siempre me decían que “cuando tengas tú casa, tendrás tú perro" y argumentos como: - pero en un piso es mejor no tener un perro, dan mucho trabajo, es una responsabilidad, no son juguetes, requieren atención, cuidado y cariño, etc. Pasaron los años con la resignación y el ansia de querer llenar ese hueco de compartir sentimientos con una mascota: tuve cobayas, hámsters, tortugas, etc. pero el perrito no llegaba.
Cuando ya me marché y viví unos años de alquiler debe ser que me mentalizaron tanto que aún pudiendo tenerlo por autorización de los compañeros de piso, no quise precipitarme hasta que no tuviera mi propia casa. Bien pues al tercer día de entrega de llaves, cuando a mi novio y a mi nos entregaron ya la casa no pude resistirlo y me fui a ver a una amiga criadora de la raza que desde pequeña me había enamorado y, sin poder evitarlo, me volví a casa con mi bomboncito negro



Verde que te quiero verde, saltos de alegría y celebración: es primavera.


Año de nieves, año de vienes y con ella están asegurados.

A partir de su llegada, la casa se llenó de alegría y siempre había un saludo emocionado al llegar a casa, un agradecimiento a mis cuidados... un amor mutuo. En mi vida hay un antes y un después de ese momento, esa perrita me dio seguridad y colmó mi mayor deseo: tener una amiga, una hija, la hermana que nunca tuve, alguien por quién sentirse feliz además de amigos y familia…llenó un vacío que tenía reprimido desde pequeña: amar a un animal por encima de todas las cosas.
Además me hizo "abuela" dos veces, la última vez en febrero de 2011, con mi perro Rohan que llegó a casa porque perdimos a la compañera de Morita, una pequinés adoptada a los 7 años y que con 16 años que tuvimos que sacrificar. De esa última camada me quedé con la más pequeña que me costó sacarla adelante porque las otras dos comían más. Las cachorritas negra y la otra rubia viven con dos amigas y voy sabiendo de ellas, sus familias también están encantadas con su compañía.

Eowyn es la pequeña y ya tiene un año, es un trasto pero también es la chispa de la vida.

Mis perros son Scottish Terrier, raza que me apasiona como habréis comprobado y que el pelaje suele ser negro pero de vez en cuando salen color trigo y de pelo duro. Suelen pesar de 8 a 12 kilos y tienen un carácter afable pero son perros bastantes independientes, si les dejas solos no se ponen a llorar y no son muy dependientes de los dueños como en otros casos. Cosa que yo valoro porque tengo amigos que lo pasan mal al dejar al perro solo porque lloran y les entra mucha ansiedad. 
Aquí la familia al completo: padre, madre e hija.

Os dejo una foto de cómo está ahora y esa mirada profunda de amor y compenetración con la que me hace saber que pase lo que pase ella siempre estará ahí para miYa lleva conmigo casi 11 años. No quiero ni pensar el día que me deje sola, ni mentarlo puedo. De momento, me ha dejado una hija, junto con Rohan que se perdió en octubre (que la persona que lo tiene no lo lleva a identificar y sigue sin aparecer), que es la herencia genética del amor que tengo por ellos. Ella seguirá dándome calor y cariño por bastantes años más. Así sea. 



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